El objetivo del tratamiento es intentar frenar la enfermedad e impedir que avance.
Cuando la enfermedad se comporta de un modo agresivo es necesario utilizar fármacos aún a riesgo de que causen efectos secundarios.
Es conveniente evitar la exposición al sol y usar cremas con alto grado de protección ( como si fuera una "medicación" más) pues es habitual que los pacientes con lupus tengan fotosensibilidad.
Algunas manifestaciones del lupus como la fiebre, las alteraciones de la piel, la artritis y la inflamación de la pleura o el pericardio suelen responder bien al tratamiento con antiinflamatorios. Otras manifestaciones responden al tratamiento con corticoides a altas dosis y en otras ocasiones es necesario usar fármacos llamados inmunodepresores.
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