En la mayoría de los casos, los episodios son desencadenados por el frío o una situación de estrés. Normalmente, cuando nos exponemos al frío, las manos y los pies pierden calor rápidamente. Para conservar el calor, el cuerpo disminuye el flujo de sangre en el área superficial cercana a la piel y conserva el calor en su interior. Sin embargo, en el Fenómeno de Raynaud, la persona sufre una exageración de este mecanismo natural y el cuerpo realiza espasmos súbitos en los pequeños vasos sanguíneos que llevan la sangre hacia los dedos de las manos y de los pies. El resultado es la disminución del flujo sanguíneo en manos y pies, con el resultante cambio de color y de temperatura. El primer signo visible es la palidez o color blanco debido al espasmo. Luego la piel adquiere un color azulado (cianótico) con sensaciones de frío y entumecimiento, a causa de la falta de oxígeno. Al final, la piel adquiere un color rojizo y comienza a producirse la inflamación, debido a la relajación y la dilatación de los pequeños vasos sanguíneos y al retorno de la sangre al área afectada. Al finalizar el ataque, los dedos de las manos y de los pies suelen sentir latidos y picazón. Los episodios pueden durar de segundos a horas.
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